domingo, 30 de noviembre de 2014

ANSIEDAD: UNA ENFERMEDAD SILENCIADA














Quién no ha tenido un ataque de ansiedad o de pánico en algún momento, quién no ha sentido el pecho contraído como si nos fuera a dar un ataque al corazón, o el hormigueo en la manos y brazos, la sensación de calor repentino, sudores fríos, mareos…etc.



Todos, en mayor o menos medida, sabemos lo que es tener un ataque de ansiedad. En la mayoría de las ocasiones hay una/s causa/s comprensibles para que esto nos suceda, por ejemplo: un aumento de volumen de trabajo en la oficina, el agotamiento de unos padres al criar a su bebé recién nacido que no para de llorar, la pérdida de un trabajo… etc



En estos casos conocer la causa o causas ayudará a comprender a la persona que hay una razón por la que sentirse así, y, o bien se tomará las cosas con más calma, o pedirá ayuda, o puede utilizar técnicas de relajación… Todo esto está dentro de la normalidad.



¿Pero qué ocurre cuando se suceden los ataques de ansiedad sin que haya una causa precisa y determinada? Cuando esto sucede y la persona no puede realizar una vida normal estamos ante un caso importante de ansiedad que hay que atender de manera más profunda.



De este tema es del que voy a hablaros hoy, hay una parte importante de personas que están sufriendo el suplicio de la ansiedad sin saber porqué les sucede ni poder controlar en ninguna medida lo que les pasa.

Hoy voy a hablar a favor de todas ellas, puesto que realmente están sufriendo, y en muchos casos no son comprendidas por sus familiares, amigos, e incluso tampoco por los médicos que les atienden cuando van a urgencias o a la consulta en busca de ayuda.



Las enfermedades mentales y emocionales están todavía muy mal vistas en nuestra sociedad, en algunos casos ni siquiera son reconocidas como enfermedades, quién no ha oído en alguna ocasión hablar de una persona que tiene síntomas de ansiedad como alguien “débil”, “demasiado miedoso”, “muy sensible”, o que “solo busca atención”…



Esto lleva a muchas personas a ocultar lo que les pasa para no oír comentarios hirientes o despectivos, porque realmente el sufrimiento está ahí y no quieren aumentarlo más viviendo actitudes de rechazo o incomprensión.



A la larga las personas con ansiedad pueden terminar recluidas en su casa (el lugar donde se sienten más seguros), con escasa actividad social y de ocio. En los peores casos pueden llegar a tener que dejar su actividad laboral, con la consiguiente bajada de autoestima y sensación de no control de su vida.



Mucha gente me pregunta, ¿en estos casos la medicación ayuda o es mejor no tomarla para estar más “despierto”? Por supuesto dependerá de cada caso, porque cada persona es única, pero en general si la ansiedad impide llevar una vida normal lo mejor es acudir a un médico para que prescriba un tratamiento, cada cierto tiempo se revisa la medicación para saber si este tratamiento es adecuado o necesita aumentar o disminuir la toma, para que la persona pueda realizar sus actividades sintiéndose tranquila pero no “dormida”.



Eso sí, un tratamiento basado solamente en la medicación no tendrá tanto éxito como una combinación de medicación y terapia psicológica.



La característica fundamental de las personas que padecen ansiedad es que hacen lo que se denomina el “escaneado”, desde que se levantan hasta que se acuestan pasan la mayor parte del tiempo haciendo un escáner de su cuerpo, de lo que notan, de lo que sienten,  de lo que piensan…, el mínimo síntoma es interpretado como que el ataque de ansiedad va a aparecer, así pues toda su atención está puesta en cómo “no sufrir un ataque de ansiedad” o cómo estar prevenido para que no les pille de sorpresa.

Esto es muy común, y quizá una de las partes que les hacen sufrir más. Pues como no paran de mirar todos los detalles de cómo se sienten, al final tanta atención pueden hacerles sufrir un ataque o bien terminar agotados de tanto estar alerta.



Por ello el primer paso es descubrir qué es lo que está causando esos ataques, ahí es donde yo empiezo a trabajar, puesto que la persona siempre tiene unos motivos reales para sentirse así de mal y la ansiedad solamente es la campana que suena para decirle que algo no está bien dentro de sí.



Cuando descubrimos la raíz o raíces del problema podemos trabajar en ellas, para liberarlas, limpiarlas, sanarlas y así permitir que la persona vuelva a restablecer su armonía mental, emocional y física.



Porque si algo tengo claro, por mi experiencia personal y profesional, es que LA ANSIEDAD SE CURA, e incluso puedo decir más, en el despacho he visto personas que después de trabajar en las raíces de su problema de ansiedad, han resurgido más fuertes, con una mayor autoestima y con una sensación de paz que nunca antes habían sentido.



He tratado casos que han ido desde estrés por el trabajo, hasta casos de agorafobia (es el miedo y evitación a estar en lugares o situaciones de los cuales pueda ser difícil o embarazoso escapar, o en los que pueda no disponerse de ayuda en el caso de tener un ataque de pánico o síntomas similares), ansiedad por la comida, tabaco…etc.



Como he dicho más arriba, cada persona y caso son únicos, pero he encontrado un denominador común en todos ellos, la baja autoestima; cuanta mayor autoestima, aparecen menos problemas de ansiedad y psicológicos en general.



Por eso yo combino la “limpieza” de las raíces del problema, con ejercicios para fomentar el autoconocimiento y aumentar el amor por uno mismo. Usando la terapia cognitivo-conductual combinada con E.F.T. (Técnicas de Liberación Emocional), además de otras terapias según el caso, se obtienen resultados muy positivos, y la mejoría puede notarse a partir de la tercera o cuarta sesión.



También hay que atender, aunque de manera diferente, a todas las personas que tienen a un familiar o alguien muy cercano que padece ansiedad, a veces es muy duro para estos “cuidadores” seguir animando y apoyando a su seres queridos, pues en muchos casos la enfermedad se alarga en el tiempo, y pueden terminar agotados y sintiéndose frustrados. Si ésta es tu situación quizás deberías pedir ayuda profesional, para recibir orientaciones y sentirte escuchado, esto siempre será beneficioso para ti y para la persona a la que estás ayudando.



¿Te sientes identificado? ¿Estás sufriendo en tu vida la ansiedad y el cansancio de padecerla? ¿Te gustaría encontrar la raíz del problema y solucionarlo de una vez por todas?



Pide cita y acércate a mi despacho, te mereces vivir libre de ansiedad.

Ya sabéis que podéis contactar conmigo en el mail: sofiagonzalezmillan@gmail.com
O bien en el teléfono: 639 64 10 20



Recibe un abrazo grande,

con amor

Sofía